La paradoja de la mente es que no puede conocer su origen. Nuestro origen entonces, nuestro autoconocimiento, debe de ser otra cosa que la mente.
Manly P. Hall nos dice que la mente es simbolizada por el gran héroe que no puede conocer su origen, así por ejemplo Odín lleva a cabo numerosas hazañas y peregrinaciones en las cuales obtiene todo tipo de conocimiento y poderes pero no de su origen. Odín, simboliza la mente. La eternidad está más allá de la mente. Así también Moises, que liberó a su pueblo y los llevó a los linderos de la Tierra Prometida, tuvo que conformarse con un vistazo desde el Monte Nebo de esta tierra prometida sin poder entrar y habitar con Dios. Esto es porque la mente sólo consigue guiar hacia el destino –que es la unidad divina–, es una gran herramienta, pero debe de abandonarse antes para poder realizar la unión. Por esto también en el esquema astrológico del hermetismo, el hombre que asciende las siete esferas debe de al final dejar el poder de la mente a Saturno, el guardián de la última puerta, que lleva a las estrellas fijas.
«La conciencia, siendo un producto de las condiciones y las circunstancias, depende ellas y cambia junto ellas. Lo que es independiente, increado, eterno e inmutable y sin embargo siempre nuevo y fresco es más allá de la mente. Cuando la mente piensa en ello, la mente se disuelve y sólo queda la felicidad.
«Con la conciencia del ser te haces más inteligente. En la conciencia aprendes de ti mismo. Pero claro que sólo puedes aprender lo que no eres. Para conocer lo que eres debes de ir más allá de la mente. La conciencia del ser es el punto en el que la mente se extiende más allá de sí misma hacia la realidad. En la conciencia del ser buscas no lo que agrada, sino lo que es verdad». (Nisargadatta Maharaj -I Am That)